En un poderoso piano de cola negro, enmarcado por cortinas de color rojo intenso, se sienta la concertista georgiana Ekaterine Khvedelidze. Interpreta a Chopin, muy concentrada, pero al mismo tiempo embelesada, como si fuera una médium del compositor. Esta escena no tiene lugar en la sala de conciertos, como es habitual, sino en su casa, de forma muy privada. Su alma habla especialmente del compositor ruso Skriabin, nos dice. La brillante artista ya se ha jugado las manos por él. Qué declaración de amor.
Foro Económico: Sra. Khvedelidze, ¿qué significa Skriabin para usted? ¿Es su compositor favorito?
Ekaterine Khvedelidze: Yo no diría eso, porque me encantan todos los compositores. Tengo diferentes fases, a veces quiero tocar Bach, a veces Schubert. Pero debo confesar que cuando toco una pieza de Skriabin, me siento como si la hubiera escrito yo mismo.
En algún momento, un artista tiene esa epifanía, esa sensación de ponerse completamente en la piel del compositor. Entonces su pieza es tuya. También amo y respeto otras piezas de otros grandes compositores.
Pero Skriabin, lo veo como un compañero de alma....